El Gran Juego de Pelota es el campo de pelota más
grande de la antigua Mesoamérica y se encuentra en Chichén Itzá. Mide
166 x 68 metros y tiene 12 metros de altura con aros de piedra para el
juego e intrincados tallados de serpientes entrelazadas en las paredes.
El juego se efectuaba con una pelota elástica fabricada de hule o
caucho proveniente de los árboles de la zona costera del Golfo de
México, región donde floreció la civilización olmeca.
Participaban dos equipos de jugadores quienes tenían como objetivo
pasar la pelota por los aros o “marcadores” de piedra incrustados
verticalmente en las paredes.
La pelota sólo podía ser tocada o golpeada con la cadera, muslos y
antebrazos, nunca con las manos, pues al ser la representación del astro
rey en movimiento, se convertía en un elemento sagrado que no debía
transgredirse.
En el contexto ritual estaba presente la dualidad entre el día y la
noche. Al llevar a cabo el juego se entablaba una lucha cósmica donde el
sol buscaba renacer sobreponiéndose a la oscuridad. También tenía que
ver con los ciclos de la fertilidad y la abundancia.
Los jugadores debían llevar a cabo un proceso de purificación previo
al encuentro. Esto se realizaba en un temazcal o baño de vapor donde un
guía o sacerdote preparaba física y espiritualmente a los participantes
del juego.
Al ser un acontecimiento relevante para la vida religiosa de las
culturas mesoamericanas, el juego de pelota sólo era presenciado por la
clase gobernante.
El equipo ganador de la contienda recibía como premio la muerte por
decapitación, hecho que lejos de ser visto como un destino fatídico, era
concebido como un honor por los propios jugadores, ya que al ser
sacrificados creían que ascenderían al plano de los dioses para
transformarse en uno de ellos.
martes, 15 de octubre de 2013
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